Camagüey ante el desafío de la higiene urbana: cuando la falta de gestión agrava los problemas financieros
Durante décadas, Camagüey fue reconocida como una de las ciudades más limpias y bellas de Cuba. Hoy, sin embargo, enfrenta una realidad que duele: la proliferación de microvertederos, la insalubridad visible en zonas estratégicas y la incapacidad de algunas estructuras administrativas para responder con la rapidez y el compromiso que exige el momento histórico.
Imagen generada con AI. ©️ Blog Futuro mi Cuba
Este deterioro no solo afecta la imagen de la ciudad, sino también la salud pública en un contexto epidemiológico delicado. Y aunque las limitaciones financieras del país son reales y profundas, resulta evidente que la falta de cuadros con verdadera sensibilidad social, autoridad moral y sentido del deber revolucionario está agravando problemas que sí tienen solución.
1. Una realidad que se ve y se sufre: basureros que nunca debieron existir
En puntos clave como la Plaza Méndez, la Casa del Médico de la Familia, varios círculos infantiles y la ruta hacia el tanque de Villa Mariana, los acumulados de residuos crecen semana tras semana. Esto no es un fenómeno puntual ni reciente.
Pero hay casos donde la situación se vuelve insostenible:
El ejemplo doloroso detrás del edificio de 12 plantas en la Avenida Finlay
En esa zona, la cama ampirol se llena en cuestión de horas debido a la alta densidad poblacional. Sin embargo, puede pasar una semana o más sin ser retirada o reemplazada.
El resultado es inevitable:
La basura comienza a derramarse por los alrededores.
Se crean microvertederos permanentes.
La fetidez invade toda el área.
Se multiplican los vectores y riesgos epidemiológicos.
Y para colmo, durante una de las recogidas con equipos pesados, se provocó la rotura de una tubería de aguas albañales, dejando que las aguas residuales corran libremente por toda la calle, mezclándose con los desechos sólidos y generando un escenario crítico de insalubridad.
Este tipo de hechos no solo evidencia problemas operativos; revela falta de supervisión, falta de responsabilidad y falta de compromiso con el bienestar de la población.
2. La realidad financiera pesa… pero no puede convertirse en excusa
Es cierto que:
Existe déficit de combustible.
La disponibilidad de camiones es limitada.
Muchos equipos requieren piezas de repuesto difíciles de conseguir.
Esto afecta directamente la capacidad de recogida de desechos.
Pero aun dentro de esas limitaciones, hay cuestiones que no tienen explicación tolerable:
Lugares donde años enteros no se realiza la recogida adecuada.
Cisternas rotas que nadie repara.
Equipos que pasan sin control de calidad.
Contenedores que no se planifican según densidad poblacional.
Rutas que no se ajustan ni a las necesidades ni a la experiencia práctica.
Cuando falta liderazgo y sensibilidad revolucionaria, los problemas financieros se multiplican. Cuando los cuadros no están comprometidos, la población es la que paga el precio.
3. Indisciplina social: un problema real, pero también un síntoma
Es verdad que muchos ciudadanos continúan arrojando basura fuera de los contenedores, depositando desechos en las esquinas o incluso —como se ha visto en el puente hacia la Plaza Méndez— lanzándolos al río.
Pero la indisciplina social crece cuando no hay control ni autoridad institucional.
Cuando no se orienta, no se convoca y no se exige, la falta de cultura cívica se convierte en rutina.
Por eso, la solución no es solo educativa: también es organizativa.
4. Un riesgo epidemiológico que no admite demoras
La proliferación del mosquito transmisor del chikungunya, sumada a las aguas albañales corriendo por las calles y los microvertederos permanentes, coloca a Camagüey en una situación epidemiológica extremadamente delicada.
La higiene urbana no es un lujo: es una barrera sanitaria imprescindible.
5. Camagüey merece gestores que estén a la altura de su historia
La ciudad necesita urgentemente:
• Cuadros que asuman su responsabilidad con espíritu revolucionario
No administradores pasivos ni burócratas; personas con capacidad real de convocar, controlar, supervisar y dar respuestas inmediatas.
• Planificación urbana basada en la realidad del territorio
No es lo mismo un reparto de casas bajas que un edificio de 12 plantas con cientos de habitantes. El servicio debe adecuarse a la demanda real.
• Mayor control estatal en los barrios
Presencia diaria, inspecciones sorpresivas, sanciones efectivas y comunicación directa con los vecinos.
• Un pueblo movilizado, consciente y exigente
Porque una ciudad limpia no es meta solo de los servicios comunales; es un acto compartido de cultura, disciplina y amor propio.
Camagüey puede recuperarse si todos hacemos lo que nos toca
Las dificultades financieras existen, pero no pueden convertirse en justificación para el abandono o la desidia.
El problema no es únicamente de recursos: es de gestión, autoridad, compromiso y sentido del deber.
Camagüey es una ciudad de historia, orgullo y belleza.
Hoy exige más de sus instituciones y de sus cuadros, pero también exige más de cada uno de nosotros.
La recuperación es posible.
La transformación es posible.
El orgullo camagüeyano puede renacer.
Pero solo si se actúa con responsabilidad, con decisión y con un compromiso revolucionario genuino.
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