La religión en la agenda de Mike Hammer en Cuba (+Fotos)
Mike Hammer, encargado de negocios de la Embajada de Estados Unidos en Cuba, ha centrado gran parte de su agenda en el ámbito religioso, según lo reflejan las publicaciones en redes sociales de la embajada estadounidense, destacan sus numerosas visitas a líderes e instituciones eclesiásticas en la isla
Mike Hammer, encargado de negocios de la Embajada de Estados Unidos en Cuba, ha centrado gran parte de su agenda en el ámbito religioso, según lo reflejan las publicaciones en redes sociales de la embajada estadounidense, destacan sus numerosas visitas a líderes e instituciones eclesiásticas en la isla.
Se evidencia un intento exprofeso de manipular el tema en interés de su misión interventora en los asuntos internos de la nación, pero se descarta, por ejemplo, cómo el bloqueo estadounidense impacta directamente sobre las comunidades religiosas que él dice apoyar. Su accionar contrasta con las contundentes posturas de la dirigencia eclesiástica en Estados Unidos, particularmente la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB) y otras organizaciones cristianas, que han denunciado repetidamente el bloqueo y la inclusión de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo, abogando por su levantamiento en favor del bienestar del pueblo cubano.
Las publicaciones de la Embajada muestran visitas a obispos católicos y sacerdotes en lugares como La Habana, Santiago de Cuba, Santa Clara, Trinidad y la Basílica de la Virgen de la Caridad del Cobre. Estas visitas, que incluyen reuniones con figuras como el Cardenal Juan de la Caridad García Rodríguez, el Obispo de Guantánamo Mons. Silvano Pedroso y el Obispo de Santa Clara Marcelo Arturo González Amador, son presentadas con toda intención como un esfuerzo por promover la “libertad religiosa”. Sin embargo, la etiqueta #LibertadReligiosa, utilizada frecuentemente, insinúa una persecución religiosa en Cuba que no se corresponde con la realidad. Hammer ha recorrido el país sin restricciones, participando en misas, dialogando y visitando sitios sagrados sin ningún tipo de infortunio, lo que desmiente cualquier narrativa de la “represión y persecución”. Su programa está orientado a explotar la sensibilidad religiosa para intentar construir una imagen de Cuba como un estado opresor, mientras se presenta como un defensor de la fe.
El enfoque de Hammer resulta particularmente cínico cuando se considera el impacto del bloqueo económico, vigente por más de seis décadas, que limita el acceso de los cubanos a alimentos, medicinas y otros recursos esenciales. Este bloqueo ha sido condenado reiteradamente por el sector religioso de los EE.UU, particularmente por la USCCB, que ha adoptado una postura clara y consistente en contra de esta política. Ya en 2004, Mons. Wilton Gregory, entonces presidente de la USCCB, criticó el endurecimiento del embargo en una carta al presidente George W. Bush, argumentando que “la plena libertad de los cubanos no debería alcanzarse a expensas de los sufrimientos provocados a la población por un embargo económico más duro o por mayores restricciones de los viajes”. Gregory calificó el bloqueo como “moralmente inaceptable y políticamente contraproducente”, abogando por más contactos entre estadounidenses y cubanos para fomentar el diálogo y la cooperación.
Esta postura se ha mantenido firme en los años posteriores. En julio de 2024, el obispo Elías Zaidan, presidente del Comité de Justicia y Paz de la USCCB, envió una carta al secretario de Estado Antony Blinken, exhortando retirar a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo. Zaidan reiteró la posición de la USCCB, que, en conjunto con la Santa Sede y la comunidad internacional, ha abogado durante décadas por la colaboración y el beneficio mutuo entre los pueblos estadounidense y cubano. La carta de Zaidan recordó que, cuando la administración de Donald Trump reincluyó a Cuba en esta lista en 2021, la USCCB expresó su “profundo desacuerdo”, destacando que la designación no solo carece de justificación, sino que también agrava las dificultades económicas y sociales del pueblo cubano. Zaidan subrayó: “Le insto, señor Secretario, a que retire la designación de Cuba como Estado patrocinador del terrorismo y maximice el compromiso de nuestro país por el bien del pueblo cubano”.
La USCCB no está sola en esta postura. El Consejo Nacional de las Iglesias de Cristo en Estados Unidos (NCCCUSA) y el Consejo de Iglesias de Cuba emitieron un comunicado conjunto en 2019, lamentando el retroceso en las relaciones bilaterales tras los avances logrados en 2014. Ambas instituciones rechazaron las nuevas restricciones de viaje, la activación del Título III de la Ley Helms-Burton y las limitaciones a las remesas, medidas que, según el comunicado, “obstaculizan la calidad de vida del pueblo cubano” y crean “problemas legales enormes e innecesarios en todo el mundo”. Las organizaciones religiosas instaron a trabajar juntas para poner fin al bloqueo, que ha sido condenado por la gran mayoría de los países en las Naciones Unidas debido a su carácter extraterritorial y su impacto devastador.
La Iglesia Episcopal de Estados Unidos también se ha pronunciado en contra de las políticas de Washington. En un comunicado de abril de 2019, su Oficina de Relaciones Gubernamentales expresó preocupación por la activación del Título III de la Ley Helms-Burton, argumentando que esta medida deterioraría aún más las relaciones bilaterales y afectaría negativamente al pueblo cubano. Estas voces, reflejan un consenso claro: el bloqueo y la inclusión de Cuba en la lista de países terroristas son medidas injustas que contradicen los valores cristianos de solidaridad, justicia y compasión.
Mike Hammer y las fanfarrias del circo gringo
El contraste entre la postura del sector religioso estadounidense y las acciones del encargado de negocios son aún más evidentes cuando se examina su uso del legado del Papa Francisco. Ha invocado el nombre del pontífice en eventos como la misa funeral en la Catedral de La Habana para rendir homenaje a Francisco, presentándose como un defensor de los valores que este representaba. Sin embargo, omite el papel crucial de Francisco en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. En 2014, el Papa fue un mediador clave en el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, facilitando el diálogo entre Barack Obama y Raúl Castro. Durante su visita a Cuba en 2015, Francisco llamó a “sembrar reconciliación” y “tender puentes”, promoviendo una “revolución de la ternura” que contrasta con el enfoque confrontacional.
Otro aspecto revelador es su omisión de las asociaciones yorubas, congregaciones y otras expresiones afrocubanas, que forman parte esencial del tejido espiritual de Cuba. Estas comunidades, profundamente arraigadas en la cultura cubana, no aparecen en las publicaciones de la embajada. Esta exclusión sugiere que su interés es selectivo, al priorizar a la Iglesia católica y ciertas denominaciones protestantes, parece estar determinado en buscar allí a los aliados que refuercen su narrativa de oposición al gobierno cubano.
Mike, lejos de ser un genuino y excelso defensor de la libertad religiosa o los derechos humanos, utiliza la religión como una herramienta y opta por una estrategia de provocación que explota la fe para fines políticos, desconociendo incluso las voces de los propios líderes religiosos estadounidenses sobre Cuba.
(Tomado de Mi Cuba por Siempre)
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