Columna Sociedad | La congruencia a prueba en la «cuarta transformación»
En la historia política reciente, pocos personajes han logrado construir una imagen tan combativa y frontal como Gerardo Fernández Noroña.
Por José Víctor Rodríguez Nájera
Su discurso, siempre áspero y vehemente, encarnó durante años la voz del México inconforme, el que cuestiona, el que no teme señalar los abusos del poder. En esa autenticidad se fundó su legitimidad: la del hombre que hablaba sin filtros y que se asumía como contrapeso moral frente a la clase política tradicional.
Esa congruencia, sin embargo, se encuentra hoy en entredicho. El episodio relacionado con la adquisición de una propiedad en Tepoztlán, Morelos, y el uso de un avión privado para realizar actos políticos en Coahuila han abierto un debate incómodo al interior del movimiento que lo vio crecer. Más allá de si hubo o no irregularidades, el problema reside en la percepción pública y en la distancia que se genera entre el discurso de austeridad y los actos que parecen contradecirlo.
Morena, desde su origen, hizo de la ética pública un eje de legitimación. Su narrativa de honestidad valiente, impulsada por Andrés Manuel López Obrador y hoy sostenida por Claudia Sheinbaum Pardo, no solo implica un mandato moral, sino también una estrategia política: mantener viva la diferencia con los gobiernos que precedieron a la «cuarta transformación». En esa línea, cualquier sombra de incongruencia dentro del movimiento se amplifica, porque pone a prueba la esencia que le da identidad.
Sheinbaum, con un estilo distinto al de su antecesor, ha insistido en la transparencia y la rendición de cuentas como principios que no admiten excepciones. Si el movimiento que gobierna se define por su distancia respecto a la corrupción y el abuso de poder, esa distancia debe reflejarse en cada uno de sus cuadros, sin importar su trayectoria o popularidad.
Gerardo Fernandez Noroña | MCCIEn ese contexto, la figura de Fernández Noroña se enfrenta a un dilema. Su carácter indómito, que en otro tiempo le permitió denunciar los excesos del viejo régimen, hoy lo coloca bajo la lupa de las mismas exigencias que él promovió. Su defensa, basada en que la austeridad aplica solo a las políticas públicas, resulta insuficiente ante una ciudadanía que demanda transparencia no solo del Estado, sino también de sus representantes.
La política mexicana ha padecido por décadas la normalización del enriquecimiento súbito y el tráfico de influencias. El propio López Obrador insistió en que el poder solo tiene sentido si se ejerce con honestidad. En esa máxima radica la diferencia entre gobernar con autoridad moral o reproducir los vicios de siempre.
Sheinbaum ha mantenido hasta ahora un perfil de sobriedad personal que refuerza ese mensaje. No se le conoce afán de riqueza ni un estilo de vida ostentoso. Esa congruencia, más que un atributo personal, es un símbolo del compromiso que Morena intenta preservar frente al desgaste natural del poder. Por eso, los casos que involucran a figuras visibles del movimiento —como Fernández Noroña— exigen claridad inmediata, sin evasivas ni sarcasmos.
El silencio o la ironía ante los cuestionamientos solo agravan la percepción pública. En una sociedad marcada por la desconfianza, cualquier omisión alimenta la sospecha. La transparencia, en cambio, se vuelve un acto político de supervivencia. Explicar con precisión el origen de los recursos utilizados en un vuelo privado o los términos de un crédito inmobiliario no debería ser una concesión, sino una obligación ética para todos los servicores públicos.
El problema de fondo no es el dinero, sino la coherencia. La legitimidad de la «cuarta transformación» descansa en la idea de que es posible hacer política sin servirse del poder. Si sus protagonistas traicionan ese principio, aunque sea en apariencia, arriesgan el patrimonio moral del proyecto entero.
Fernández Noroña tiene aún margen para reivindicarse. Su trayectoria, su oratoria y su vínculo con las bases lo convierten en una voz relevante del movimiento. Pero la congruencia no se predica: se demuestra. Si aspira a conservar la autoridad que alguna vez tuvo, debe asumir que la transparencia no es un gesto de debilidad, sino una muestra de respeto hacia quienes lo acompañaron en su camino político.
El movimiento que prometió regenerar la vida pública no debe construir el futuro sobre los mismos silencios que criticó en el pasado. La honestidad, en la «4t», no es una consigna: es la línea que separa la historia de la repetición.
Punto Cero
El Tecnológico de Monterrey y el Distrito de Innovación Tlalpan (DiT) realizaron el Foro de Urbanismo Regenerativo + ClimaLAB en el campus ciudad de México, consolidando, así, a la capital como referente nacional e internacional en innovación urbana y acción climática.
* Periodista mexicano | @JoseVictor_Rdz | Premio Nacional de Derechos Humanos 2017
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