257- Fingiendo trabajar
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Hola. ¿Qué tal, cómo estás? Soy Carlos Vitesse, y te doy la bienvenida, a una nueva entrega de Bitácora Mental.
Ya estamos en septiembre, y habiendo dejado atrás agosto, el mes de vacaciones por excelencia, la mayoría de las personas regresan a la rutina, retomando su actividad laboral. Pero como dice el dicho: “querer no es poder”, porque una parte de la población carece de empleo, y ya le gustaría poder compartir espacio en un sitio, en el que se sintieran útiles.
No sé si ocurre en España, pero todos hemos visto series o películas en que alguien es despedido, y esa persona, por vergüenza, mantener las apariencias, o la razón que sea, esconde su condición de desempleado. Pero es algo que cuesta sostener cuando uno no tienen nada que hacer durante el día, o mejor dicho, a donde ir durante todas esas horas, por lo que incluso en la ficción, vemos que el engaño se descubre, o la persona termina “confesando”.
Es sabido que más allá de cómo procese cada uno la situación de desempleo, existen algunas sociedades en las que esa condición, y la imagen personal que se proyecta hacia familiares, amigos, vecinos, etc., se toma de forma diferente que en España. Pues resulta que estuve leyendo un artículo sobre el desempleo, y me pareció interesante compartirlo en este episodio, para aquellos que -como yo-, no lo sabían.
Ya escuchamos más de una vez que la economía China está en desaceleración, un proceso que invariablemente se manifiesta en menos ofertas de empleo, siendo el paro, -en el caso de los jóvenes-, superior al 14%. Todo un problema, y más teniendo en cuenta que este año, serán más de 12 millones, los nuevos graduados que pretenderán hacerse un hueco en el mercado laboral, donde ser universitario y con alta cualificación, ya no es garantía de conseguir un contrato.
Como habitualmente, ante las más diversas coyunturas, siempre hay alguien que saca partido del momento, y el artículo comentaba que en este caso, se ha generado un nuevo negocio, que consiste en ayudar a esas personas que no tienen empleo o lo han perdido, a que puedan simular que están en activo.
El fenómeno se viene observando en muchas ciudades, y consiste en ofrecer un espacio de oficina, en el que el interesado, -pagando al cambio entre 4 y 6 euros diarios-, pueda tener un sitio al que ir cada día por la mañana, teniendo una rutina, en la que con un horario libre, puede hacer exactamente lo que haría en un trabajo real.
Seguramente esto no diste mucho de la apariencia que podría tener lo que conocemos como un coworking, con la diferencia de que aquí se paga para aparentar que se trabaja, en vez de realmente hacerlo. Y lo de aparentar es literal, porque los usuarios, muchas veces toman fotografías de las instalaciones, y se las envían a familiares, amigos y demás, con el fin de demostrar que están trabajando, cuando en realidad no es así. Pero como dijimos antes, en algunos sitios está muy mal visto ser desempleado, por lo que ante la presión familiar, tener que mantener las apariencias, y situaciones personales, a veces complejas, este tipo de soluciones, resultan necesarias.
Por otra parte, mejoran la autoestima del involucrado, y a mantenerse física y mentalmente activo, preparado para la acción real, porque puede aprovechar esas horas para buscar empleo desde esa oficina, mientras comparte espacio con más personas en su misma situación, teniendo también la posibilidad de nuevos contactos, o incluso colaboraciones para nuevos proyectos.
Estos espacios son completamente funcionales, porque están equipados con ordenadores, obviamente con acceso a internet, y disponen de salas de reuniones y demás, con lo que la experiencia es real dentro de la ficción, al punto de que se hacen pausas para el café, y la cuota diaria puede incluir alguna bebida, o bocadillo.
Otro asunto, no menor, es que estas empresas de simulación de trabajo, muchas veces son una solución para graduados universitarios, a los que como requisito final para conseguir el título, se les exige justificar que han hecho una pasantía, o han desempeñado un trabajo en una empresa. Asistiendo a este tipo de oficinas, aprovechan para tener lo que diríamos su “coartada”, por lo que envían fotos a su universidad, y muestran su sitio de trabajo, cumpliendo con ese trámite, que obviamente tiene “trampa”, pero se utiliza. Y en algunos casos, ese tipo de clientes son el 40%.
Como en todo, algunos se lo toman muy en serio, y hay quien llega sobre las 8 o 9 de la mañana, vestido como si fuera a cumplir realmente con una tarea remunerada, y se queda hasta las 10 u 11 de la noche, en que emprende el regreso a casa, satisfecho de haber cumplido con su deber, en vista de lo cual, queda claro que en esta ficción, hay negocio.
Y esto es lo que quería decirte hoy en mi Bitácora Mental. Muchas gracias por tu tiempo al leer o escuchar este contenido, y te espero en el próximo.
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