Desde que nació Bebé toda la comida me sabe riquísima. Pero toda. (Disfruté incluso la del hospital). Feliz consecuencia de pasarme todo el embarazo con el estómago pocho.
Pero claro, dentro de que todo me sabe a gloria, hay niveles y niveles. Y el panettone que nos ha traído mi cuñado (italiano) es una cosa indescriptible. Dice mi pareja que sabe a bollicao; pero a mí me sabe a manjar de dioses, a ambrosía, a felicidad...









