Hablaba ayer con un amigo sobre el deterioro apabullante del contenido en internet. En un par de años los textos e imágenes ultraprocesados IA lo han invadido todo, y por lo que parece irá a peor.
Aunque la burbuja explote, es difícil que la gente vuelva a escribir y a llenar webs y blogs como antaño, primero porque ya no lo hacían antes, y segundo porque el contenido automático es muy tentador para los que solo entienden la interacción con los demás como generar ruido y acaparar la atención.
Recuperar la red difícil, pero no imposible.
Hay una posibilidad si entendemos internet como un conjunto de espacios pequeños a retomar. Y ese asalto tranquilo debe hacerse por grupos reducidos de personas, compartiendo aficiones comunes y cultivando relaciones cercanas. Sin prisa. Sin más objetivos que estar y disfrutar.
Podemos volver a leer y escribir tomándonos el tiempo que haga falta, con calma. Aprovechar cada día, volver a entrar con ojos nuevos, con curiosidad, sin pensar en cambiar el mundo entero de una vez, solo descubrir y aportar un poco al entorno más cercano, el que podemos alcanzar.
La IA será más prolífica y tentadora, pero se la puede vencer por un motivo: crear, entendido como hacer surgir algo íntimo, con un sentido y dirigido a otros, es una actividad muy poderosa que no se puede copiar. Un millón de páginas o imágenes regurgitadas por una máquina nunca nos impactarán de la misma forma que un artículo o una ilustración que sepamos que alguien ha hecho para nosotros, poniendo su esfuerzo y cariño.
Y en eso nadie nos puede –nadie te puede– imitar.