Jane Fonda y Roger Vadim: el mito del “fabricante de muñecas”
Jane Fonda and Roger Vadim featured in a 1966 article from Kena magazine discussing the dynamics of their relationship.En 1966, la revista Kena dedicó una de sus secciones a los llamados “fabricantes de muñecas”, un título que hoy resulta incómodo y misógino. Allí se hablaba de productores como si fueran escultores capaces de moldear a las actrices hasta convertirlas en íconos. En ese número en particular, la “muñeca” era Jane Fonda y el “fabricante” era Roger Vadim.
Vadim, el artífice que todo lo da
Roger Vadim sosteniendo a una niña en la playa, reflejando su papel en la vida familiar y su relación con las mujeres, incluido el impacto de su trabajo en el mundo del cine.El texto presentaba a Vadim como un hombre brillante, un “artífice maestro” con la capacidad de dar estilo, personalidad y proyección a las mujeres que amaba. Según esa visión, él entregaba lo mejor de sí mismo para que ellas alcanzaran la fama, y lo lograba: sus mujeres terminaban marcando tendencias, inspirando a millones y dejando huella en la cultura popular.
El caso más evidente fue Brigitte Bardot, cuya imagen provocó una auténtica reacción en cadena. En todo el mundo aparecieron imitaciones: “bardots de imitación” en cada ciudad, como si Vadim hubiera lanzado una moda global con un solo movimiento.
Jane Fonda como “Mme. Vadim III”
Jane Fonda and Roger Vadim captured in a moment of intimacy, reflecting the complex dynamic discussed in the 1966 Kena magazine article.El artículo afirmaba que Vadim aplicaba con precisión casi científica su método sobre Jane Fonda, a quien llamaban con ironía “Mme. Vadim III”. No obstante, añadía un matiz interesante: ese proceso, aunque exitoso, podía ser doloroso. El propio relato lo mostraba como una figura trágica, un hombre que lanzaba al estrellato a las mujeres que amaba, pero que tarde o temprano terminaban alejándose de él.
Así, el “fabricante de muñecas” quedaba descrito no como un villano, sino como una víctima de su propio talento, alguien que daba todo a cambio de un destino inevitable: perder a las mujeres que impulsaba hacia la gloria.
Vadim en sus propias palabras
Retrato de Jane Fonda en un estilo elegante, simbolizando su transformación bajo la influencia de Roger Vadim.La revista Kena lo retrataba como un hombre que, pese a sus pérdidas, estaba disfrutando de un buen momento junto a Jane Fonda. Él mismo lo decía:
“Yo buscaba a una mujer que estuviera lo más próxima posible a lo que yo quería. Alguien que fuese al mismo tiempo vulnerable y egomaníaca. Con frecuencia, este tipo de muchacha corresponde a las que no están satisfechas consigo mismas, a las inseguras de su propia belleza, un poco asustadas y no muy felices.”
Vadim aseguraba que solo ayudaba a estas mujeres a descubrirse, aunque es inevitable preguntarse si más bien aprovechaba sus inseguridades y vulnerabilidad. Sobre Bardot confesó:
“Al principio de nuestro matrimonio, ella no quería salir ni ver a los amigos, porque creía que era fea. De cualquier manera, Brigitte era la mujer que yo hubiera soñado. Sencillamente, la ayudé a descubrirse a sí misma.”
Con Jane Fonda, su discurso era similar:
“Cuando la conocí era un poco dura, una típica mujer norteamericana, fuerte y autosuficiente. Pude ver que en su interior había un vacío. Ahora Jane se ha suavizado, es feliz. Los ojos, la boca, el cuerpo… todo en ella ha cambiado. Saqué de ella lo que estaba allí y lo que ella quería. Sí Jane quiere ser mi esclava, la ayudaré a serlo.”
(🤯 wtf con lo de “esclava”).
El “santo” Vadim
A Vadim también lo cuestionaron porque todas sus parejas posteriores a Bardot parecían réplicas de ella. Su respuesta fue tajante:
“No es que yo quiera que mis mujeres se parezcan a Brigitte. Es que, sencillamente, cuando esas mujeres entran en mi vida sienten, de alguna manera, que yo quiero que sean semejantes a Brigitte.”
Y cuando le preguntaron cómo se sentía al ver que mujeres desconocidas se convertían en estrellas tras pasar por su vida, respondió con humildad casi teatral:
“No soy egoísta. Tengo las reacciones de un santo. Siento un gran placer al saber que esas mujeres pueden, al dejarme, volar con sus propias alas. No necesito usarlas a mi provecho. Soy feliz al saber que triunfan.”
Entre mito y manipulación
El relato de la revista Kena construía a Vadim como un benefactor romántico, un hombre que “daba todo” y luego quedaba solo. Pero al leer sus palabras de cerca, la línea entre “ayuda” y control disfrazado de generosidad es demasiado delgada. Jane Fonda, con el tiempo, demostraría que su voz y su talento estaban muy lejos de ser la obra de un hombre que se veía a sí mismo como santo.
👉 ¿Qué opinas tú? ¿Fue Vadim realmente un “santo” que entregaba todo a sus mujeres o un hombre que moldeaba sus inseguridades para beneficio propio? Déjalo en los comentarios y sigue leyendo más sobre el lado oscuro de Hollywood en el blog.
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