Relato «La orbita de Enriqueta»

Estábamos en una fiesta en mi casa, dónde el ambiente estaba cargado de risas, en mi casa hay una lampara con una luz que parpadea suavemente, como una estrella que guía el cielo de la memoria, iluminando a duras penas las caras de quienes estábamos ahí. Aquella tarde, como si el tiempo se detuviese en un instante, mis amigos Julen y Enriqueta volvieron a encontrarse, eran grandes amigos y quería provocar que se volverían a encontrar, pero entre trabajos, estudios..etc sus caminos se separaron.

Julen, que tipo mas sentimental la verdad, tenía los ojos brillantes y una sonrisa tímida, extiende un paquete envuelto en papel reciclado. Enriqueta, un chica de lo mas encantadora, lo tomó en sus manos, sintiendo el peso ligero de la sorpresa. El envoltorio cruje al abrirlo, revelando un libro con una tapa desgastada. Dentro, una nota escrita a mano «Para no olvidar lo vivido y seguir soñando lo posible».

Enriqueta lee las palabras y siente que el tiempo se detiene. Esas letras la transportan a aquellas noches de conversaciones sin fin, a tardes de café y risas compartidas. El libro, viejo y querido, contiene todas aquellas historias que alguna vez leyeron juntos, con una marcada con un recuerdo personal.

Mientras tanto, en el fondo, sonaba Sabina, puse aquel disco que tenía y era la canción que les encantaba. La voz del cantautor llena el ambiente, mezclándose con el susurro de las paginas y el eco de las carcajadas. Julen se acerca, y junto, bajo la luz titilante de la lámpara, reviven cada historia, cada sueño y cada posibilidad que una vez imaginaron.

La casa, la lámpara, la música y el libro se convierten en testigos silenciosos de un encuentro fue suficiente para recordar que los lazos verdaderos nunca se rompen. Y así es, en la órbita de Enriqueta, todo vuelve a cobrar sentido y la magia de Felipe, o sea yo, sobre todo.

Me hizo feliz ver todo aquello, en el fondo ellos siempre se han querido y quien sabe si el amor volverá a surgir entre ellos, desde luego mi plan de celestino funcionó a la perfección, al menos de momento, acabé el día satisfecho, con la misión cumplida de ver dos mis grandes amigos felices, un karma positivo que merecen, sin duda.

Y hasta aquí, la historia feliz de Felipe García Abadillo, paz y amor, gente.

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