¿Por qué la derecha está dominando el mundo?
En los últimos meses una pregunta se repite en mi cabeza: ¿por qué la derecha ha ganado tanta fuerza en distintos lugares del mundo? No es algo que surgiera de un día para otro, aunque en redes como TikTok a veces parezca que sí. Muchos creadores de contenido lo plantean de forma ingenua, sin detenerse a mirar con espíritu crítico lo que hay detrás.
No lo voy a negar: yo misma he caído en arrastrarme por la pasión, la frustración y el enojo. Al vivir injusticias en carne propia es fácil dejarse llevar por las emociones. Pero si algo está marcando a la Generación Z es que, paradójicamente, lo políticamente correcto y la cultura de la cancelación han terminado empujando a muchos hacia lo conservador.
El poder de las emociones sobre la razón
Una mujer con una máscara hecha de recortes de periódico y emoticonos sonrientes, simbolizando la lucha entre la autenticidad y el conformismo en un mundo emocionalmente cargado.Tanto de un lado como del otro se ha jugado con algo muy básico: las emociones. Cuando nos movemos desde el enojo, la frustración o el miedo, es más fácil que terminemos repitiendo el consenso mayoritario sin cuestionarlo demasiado.
Y cuestionar tiene un costo. Si levantas la voz en contra de algo que tu grupo defiende, corres el riesgo de ser segregado, aunque en el 99% de las ideas estés de acuerdo. A nivel social esto significa perder la pertenencia, y a nivel biológico implica dejar de sentir esa “descarga” de dopamina que nos da ser parte de un colectivo.
El dilema de la pertenencia en una época individualista
Grupo de personas meditando al amanecer en un entorno natural, simbolizando la búsqueda de pertenencia y calma en tiempos de incertidumbre.Ahora imagina que formas parte de un grupo históricamente vulnerable, acostumbrado a cierta invisibilidad. Encontrar una comunidad con la que por fin sientes afinidad es un alivio enorme. La pertenencia da calma, pero también un dilema: ¿qué pasa si discrepas en un punto, aunque sea mínimo?
En una época donde la incomodidad parece estar prohibida y los “límites” se convierten en muros, cualquier diferencia puede verse como un ataque. Y nadie quiere cargar con la etiqueta de “oponente” en un mundo que premia más la armonía superficial que la reflexión profunda.
La derecha, más homogénea; la izquierda, más dividida
Además, hay algo clave: la derecha suele ser más homogénea. Sus militantes se sostienen en ciertos pilares comunes y, aunque no todos piensen igual en todo, logran mantener una línea compartida que evita grandes fracturas internas. Eso les permite avanzar sin tanto conflicto.
En cambio, la izquierda vive tensiones internas que muchas veces desgastan más que cualquier enfrentamiento externo. Un ejemplo claro es el choque entre feministas radicales transexcluyentes y feministas transincluyentes. Ambas corrientes, en lugar de unir fuerzas para impulsar cambios materiales y concretos para las mujeres, terminan gastando tiempo y energía en competir entre ellas, debilitando su capacidad de acción.
La era de las figuras virales y la guerra de la atención
Particularmente, hay figuras que han ganado popularidad en redes sociales con discursos provocadores que después saltan a los medios tradicionales. Muchas veces parecen más “clickbait” que un análisis serio, pero funcionan porque despiertan reacciones, incluso negativas.
Y ahí está la trampa: para los medios conviene. Por un lado, se justifica diciendo que hay voces plurales; por otro, el marketing se alimenta de la interacción en esta guerra por la atención. Pero, ¿qué le aporta eso al movimiento social en cuestión?
Pongamos un ejemplo: una abogada feminista que defiende públicamente a policías captados en video en plena jornada teniendo un encuentro íntimo. Más que un posicionamiento político sólido, parece un chiste de internet. Al final, se están utilizando herramientas que la derecha ha caricaturizado de la izquierda: mostrarse como figuras ridículas y restar seriedad al propio discurso.
Un juego que beneficia a quienes dominan
Retrato de una mujer con cabello rizado y rubio, mirando directamente a la cámara con una expresión intensa en un entorno iluminado.En este terreno, tanto el progresismo extremo como el conservadurismo han sabido moverse con astucia. Ambos han entendido que si la gente actúa más desde la emoción que desde la razón, será más sencillo mantenerla en un estado de fanatismo o sumisión. Y eso explica, en gran medida, por qué la derecha ha ido ganando espacio en distintas sociedades.
La gran pregunta es: ¿hasta dónde estamos dispuestos a callar nuestras dudas para mantenernos dentro de un grupo?
👉 Cuéntame en los comentarios: ¿alguna vez has sentido esa presión de no cuestionar por miedo a ser señalado? Y si este tema te interesa, no olvides seguir leyendo más análisis sobre cómo la cultura pop, la política y la sociedad se entrelazan en nuestro día a día.