𝑫𝒊𝒗𝒐𝒓𝒄𝒆 𝑫𝒂𝒚
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Dicen que hay un día en el calendario que ningún abogado de familia olvida: el famoso “Divorce Day”, ese primer lunes tras Año Nuevo donde las oficinas de abogados parecen discotecas vacías… pero con menos música y más papeleo.
¿Por qué ocurre? Pues porque la Navidad, además de villancicos y turrón, trae consigo estrés financiero por regalos imposibles, cenas interminables y la presión de cumplir con esa idea de la “Navidad perfecta” que nadie realmente puede lograr. Entre luces, polvorones y cuñados, muchas parejas aguantan el tirón para que las fiestas no se arruinen… o por los niños, o por la tía política que asusta.
Pero cuando termina diciembre y los adornos se guardan, el efecto “ya no hay que fingir” entra en acción. Las llamadas a los abogados se disparan: “Sí, llamo para arreglar lo de mi matrimonio… ahora que Papá Noel se ha ido”. Y así, muchas parejas deciden que enero es un mes mucho más adecuado para decir adiós que Navidad.
Eso sí, no hay que exagerar: no es que en diciembre todo el mundo se divorcie al mismo tiempo. La realidad es que el pico viene justo después, cuando los confites se acaban, las uvas se digieren y los propósitos de Año Nuevo hacen pensar: “Bueno, si voy a empezar algo nuevo, que sea de verdad”.
Y aunque parezca cruel, hay algo de lógico: durante las fiestas muchos simplemente mantienen la apariencia, aguantando el tirón para no romper la magia navideña… hasta que la magia termina.
Así que, si ves que enero está lleno de consultas legales y despachos ocupados, no te sorprendas: es solo la resaca matrimonial post-fiestas, con más papeleo que brindis.
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