Ésta es otra con la que os voy a dar la chapa: dejad de hablar de "la IA" y hablad de "el programa que ejecuta tal persona". La IA como ente no existe. No hay Frankensteins entre los informáticos (eso sí que era IA).
Todos (TODOS) los programas informáticos tienen autores y deben ser responsables de qué programas escriben y cómo los escriben. Igual que le damos caña a C++ por no ser seguro en memoria, se la tenemos tenemos que dar a los programas que hacen un mal para la humanidad. Los productos informáticos no son un ente abstracto y divino al que tenemos acceso los mortales. Son productos escritos por personas para otras personas.
Cuando hablamos de "la IA", "la nube", "el blockchain" o "el big data" no estamos hablando de "el programa de OpenAI", "los servidores de Google", "la infraestructura de Bitcoin" o "la información almacenada por Facebook". ¡Uy! Resulta que estos tecno-eufemismos esconden quién tiene la responsabilidad sobre los productos a los que se refieren. Qué extraño, ¿no?
Cuando se habla de que "la IA alucina", se quita toda la responsabilidad a sus autores. No hay una "IA" "alucinando" porque, aparte de que los LLMs están diseñados para únicamente "alucinar", la realidad es que no la han programado para producir resultados fiables. No es cosa de "la IA", sino de sus programadores.
El lenguaje informático está lleno de eufemismos, voces pasivas y técnicas para distraer de la responsabilidad de las empresas. La gente se las ha comido todas con gusto mientras les daban productos gratis (léase: que no cuestan dinero). Tenemos que hablar abiertamente de estos programas relacionándolos directamente con sus autores. Tenemos que hacerlos responsables de sus fracasos al igual que apreciamos sus éxitos.
Todo esto lo digo como ingeniero. Desgraciadamente, muchos compañeros del sector piensan de otro modo y se eximen a sí mismos de toda culpa antes siquiera de enviar su código a producción. Son igual de culpables y es importante decir sus nombres.