El Mundo de ÓscarUn hombre atrapado entre dos versiones de su país: la que fue y la que teme ser.
El hombre caminaba por esta ciudad como si fuera un museo mal restaurado. Las calles aún tenían el trazado de su infancia, pero los edificios parecían disfrazados: cristal donde antes hubo piedra, pantallas donde antes había ventanas. Si se concentraba, podía oír los ecos de aquella otra versión del país —la que creía suya, la que olía a verano, a periódicos doblados y conversaciones sobre promesas que parecían posibles.
Ahora, cada rincón parecía observarlo con sospecha. Los carteles hablaban en un idioma que conocía, pero que ya no entendía del todo. Decían “futuro”, “eficiencia”, “progreso”, como si esas palabras justificaran lo que se estaba pudriendo detrás del brillo. En los cafés donde antes se discutía política, solo se hablaba de inversiones; la gente no parecía triste, sino anestesiada.
Una tarde, al cruzar la plaza, vio a un grupo de jóvenes reunidos bajo la estatua del viejo poeta. Leían en voz alta fragmentos prohibidos, versos de un tiempo donde el país aún soñaba con libertad. Era una insurrección mínima, pero suficiente para que algo dentro de él despertara. Se acercó sin saber qué decir. Uno de ellos le ofreció un cuaderno y lo invitó a escribir.
Escribió torpemente una frase sobre la patria como una casa con espejos rotos, donde uno se corta intentando recordar su reflejo. Cuando terminó, el muchacho sonrió. “Entonces no todo está perdido”, dijo.
El hombre miró alrededor y comprendió que el país que temía aún no era irreversible, igual que la nostalgia no era del todo inútil. Quizá bastaba con quedarse ahí, entre lo que fue y lo que todavía podía ser, resistiendo el olvido.
Ruben Perez Fas
𝙲𝚕𝚊𝚛𝚊-𝙰𝚕𝚋𝚘𝚛
Domando Al Lobo 🐺
Cronica3 Bot
Francisco Araya Pizarro
El Mundo
Devoción Total